martes, 17 de marzo de 2009

Newton y yo.





Ahora entiendo las leyes de Newton¨:
Todo hombre persevera en su estado de reposo,
hasta que una caricia, una mirada, un beso,
una insinuación, el deseo, el sexo, el amor ( déjenme creer)
acciona y reacciona, como efecto relativista,
a veces a sorbos ,otras apasionados, pero siempre en fijación,
queriendo recorrer el cuerpo de la mujer en su totalidad,
lo que no sabe, es que después de estas aceleraciones
que suelen terminar en cabalgadas desiguales y opuestas,
(y si les dejas y te apetece muy opuestas)
no todos llegan en su acumulación o precocidad ( el ya ta, vaya)
en ese movimiento relativo
al lugar mismo del placer de la mujer y su referencia.
De ahí los fingimientos para que los escépticos se consuelen.
Pero el que sabe, ¡ahhh el que sabe! conoce y aplica su rectilíneo (masa)
en la vis centrípeta de la mujer,
amparando su pubis como órbita que se mantiene
(entiéndase por mantener vigor y permanencia)
y actúa sometido a la reacción de la fricción o rozamiento…
lo sabrá por el movimiento absoluto y verdadero de la mujer,
y ésta, nunca se querrá trasladar de su templo de leyes….
¿Era así? ¿no?

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